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ARGOS devela mecanismo perverso de discriminación y lucro detrás de la industria de la migración

Ginebra, 30 de abril de 2021 (ARGOS).- El análisis del libro «Asilo a la venta: Lucro y protesta en la industria de la migración» sirvió como generador del debate para que este jueves sus editoras Siobhán McGuirk y Adrienne Pine, junto al periodista hondureño Bartolo Fuentes y la gestora cultural argentina, Florencia Mazzadi, desenmascararan los perversos mecanismos y la industria emergente que se enriquece de la creciente necesidad mundial de movilidad humana.

ARGOS, el recientemente creado Observatorio Internacional de Migraciones y Derechos Humanos, promovió la discusión sobre este tema complejo y sensible, a través de su primer foro «Migración y asilo: industria y negocio detrás de la movilidad humana».

En el inicio del debate, María Hernández, directora general de ARGOS, contextualizó que el libro citado compila una serie de artículos de activistas que denuncian, mediante un proceso muy acucioso de investigación y con datos fidedignos, la industria y el lucro que están detrás del fenómeno de la migración y la solicitud de asilo.

Siobhán McGuirk, investigadora de la Universidad de Londres-Goldsmiths, explicó que los artículos de investigación recogidos en el libro ahondan en todos los aspectos involucrados en la industria de la migración, incluso en los sueldos deprimentes que reciben los guardias que trabajan en los centros de detención fronterizos, donde encarcelan a los migrantes como prisioneros.

Asimismo, Adrienne Pine, investigadora de ARGOS y profesora de la American University, acotó que además de los centros de detención y la tecnología de control migratorio en las fronteras, también la industria comprende y el libro lo expone, los expertos, como abogados y otros profesionales, que están ganando dinero con todos los procesos de regularización que deben sortear los migrantes dentro de los países de destino o refugio. Expresó que nadie quiere salir de sus comunidades a refugiarse en otro país y que en la corte de asilo no pueden alegar que es el sistema capitalista la causa de origen de la movilidad humana.

Afirmó que la industria de la migración está marcada por una política capitalista e imperialista, y no por un enfoque humanitario de protección de los derechos humanos; en el sentido de que no se aplica de forma universal y un ejemplo concreto está en el estatus de protección temporal (TPS), que en Estados Unidos se privilegia a migrantes provenientes de países enemigos, como Venezuela, y lo obstaculiza a los de Honduras, que viven en una narcodictadura, o haitianos, quienes atraviesan una verdadera crisis humanitaria.

Florencia Mazzadi, presidenta de la asociación civil Cine Migrante, habló sobre la externalización de la frontera y las arbitrariedades implícitas en la diferenciación de categorías entre migrantes y refugiados, y las que se padecen en los puestos de control fronterizos, donde deciden quién ingresa y vive, y quiénes no. También agregó que otras empresas que se lucran en la industria de la migración son las productoras de armas, que proveen a las bandas criminales que trafican con migrantes, y las de tecnología de reconocimiento facial, que instalan en los mecanismos de control fronterizos.

Elogió la conclusión poética del libro «Asilo a la venta: Lucro y protesta en la industria de la migración», en cuanto a que se debe garantizar es el derecho de las personas a no migrar.

«Nadie debería ser forzado a moverse si no lo desea», añadió McGuirk.

El periodista hondureño, Bartolo Fuentes, destacó que desde Estados Unidos se fomenta una calificación de los migrantes de su país como delicuentes que huyen de la justicia y que en los países de tránsito han fortalecido con armamento a los militares que custodian las fronteras. Además, se refirió a los bajos salarios y explotación laboral que sufren los migrantes centroamericanos que logran cruzar la frontera estadounidense.

La editorial PM Press y la ONG Code Pink: women for peace copatrocionaron el foro. El libro promocionado puede ser adquirido mediante el enlace www.pmpress/asylum.

ARGOS expondrá en foro internacional negocio subyacente de los procesos de migración y asilo

«Migración y asilo: industria y negocio detrás de la movilidad humana» es el título del primer foro organizado por el recientemente creado Observatorio Internacional de Migraciones y Derechos Humanos ARGOS, a desarrollarse este jueves 29 de abril por vía telemática.

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ARGOS exhorta a implementar medidas de protección para la migración infantil en la frontera sur de EE. UU.

Ginebra, 22 de abril de 2021 (ARGOS).- Sobre la base de la Convención de los Derechos del Niño, que establece como obligación de los Estados que la han suscrito el respeto y la garantía del derecho a la libertad e integridad personales, el Observatorio Internacional de Migraciones y Derechos Humanos ARGOS insta a la implementación de medidas de protección para la población migrante infantil en la frontera sur de los Estados Unidos.

En el último trimestre, de acuerdo con The New York Times, la cifra de infantes migrantes no acompañados detenidos a lo largo de la frontera sur se ha multiplicado, llenando centros de detención federales, parecidos a prisiones, donde están expuestos a enfermedades, hambre y hacinamiento.

“Consideramos como hecho grave y urgente las detenciones arbitrarias y el trato inhumano contra la niñez migrante centroamericana ocurridas este año en la frontera sur de los Estados Unidos”, dijo al respecto María Hernández, directora de ARGOS.

El gobierno del presidente estadounidense Joe Biden reabrió en febrero pasado un centro de detención para migrantes infantiles que llegan a la frontera con México sin compañía de un familiar.

La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos mantiene bajo su custodia a cientos de infantes que cruzaron solos el paso limítrofe; muchos de los que están en un centro de detención bajo control de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza aseguran que casi no han visto “el cielo”.

La directora de ARGOS explica que esta situación atenta contra el derecho a la libertad e integridad personales de la niñez migrante, en virtud de lo cual exhorta al cese de toda acción u omisión de funcionarios que conlleven prácticas de discriminación y xenofobia y, en particular, de las que impliquen rechazo de los migrantes infantiles no acompañados, por su origen o nacionalidad.

Asciende cifra de niñez migrante en México en 2021

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Uinicef) comunicó este 20 de abril un incremento exponencial en el número de la migración infantil en México desde el inicio del año 2021, pasando de 380 a casi 3.500 en un trimestre.

“Estos niños llegan después de peligrosos viajes de hasta dos meses, solos, agotados y con miedo. A cada paso corren el riesgo de ser víctimas de la violencia y la explotación, del reclutamiento por parte de las bandas y de la trata, que se ha triplicado en los últimos 15 años”, denunció la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, durante una sesión informativa sobre la situación humanitaria en El Salvador, Guatemala y Honduras.

México, según precisa la ONU, se ha convertido en un país de origen, tránsito y retorno para esta población migrante que proviene en su mayoría de los países del Triángulo Norte de Centroamérica.

ARGOS emerge como Observatorio en defensa y promoción de los DD. HH. de los migrantes en el mundo

Ginebra, 16 de abril de 2021-. (ARGOS) Con el conversatorio y recital de poesía «Movilidad humana: voces, miradas y acciones», quedó oficialmente inaugurado este viernes el Observatorio Internacional de Migraciones y Derechos Humanos ARGOS, Organización No Gubernamental (ONG) que se propone indagar, con pluralidad de perspectivas, los fenómenos que motivan la migración humana en el planeta, con la finalidad de defender y promover la universalidad de los derechos humanos.

El conversatorio estuvo moderado por Taroa Zúñiga Silva, venezolana-chilena integrante de la Cooperativa Mecha y la Secretaría de Mujeres Inmigrantes en Chile, con la vocería, en representación de ARGOS, de la investigadora Micòl Savia, abogada italiana, secretaria de la Asociación Internacional de Juristas Demócratas.

El lanzamiento de ARGOS honró a la mujer como género más vulnerabilizado durante los fenómenos de movilidad humana y su aporte a la cultura, con un recital declamado por un grupo de poetas migrantes de distintas nacionalidades: Violeta Orozco, traductora e investigadora mexicana residente en Estados Unidos; Chana Mamani, docente y activista cultural de origen aymara que migró a Argentina siendo niña; Fatma Galia, periodista, poeta y activista por los derechos humanos del pueblo saharaui; Vanessa González Peña, inmigrante venezolana en Chile, activista feminista y presidenta de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes de Chile, y Carolina Dávila, escritora y abogada feminista de nacionalidad colombiana residente en Estados Unidos.

Además de recitar sus poemas, las escritoras compartieron, en interacción con la moderadora Zúñiga, su experiencia como migrantes y cómo ha influenciado su poesía el iniciar una nueva vida lejos de su patria de origen.

La jurista Micòl Savia indicó que parte del trabajo adelantado por el equipo investigador del Observatorio está disponible en la página www.argosob.org, donde se alojan artículos e informes sobre procesos de movilidad humana en América del Sur, Centroamérica y Europa, además de datos generales sobre la migracion global.

Adelantó que preparan informes sobre el impacto de la COVID-19, los derechos fundamentales de las personas en movilidad, migración venezolana y las devoluciones en caliente, que será tema central del próximo informe del Relator Especial de la ONU sobre los derechos de los migrantes.

El Observatorio Internacional de Migraciones y Derechos Humano usa la metodología de la investigación-acción con el objetivo de acompañar y defender a poblaciones migrantes, cuyos derechos humanos puedan estar siendo vulnerados, mediante la generación de insumos para concretar acciones de defensa, así como herramientas que puedan ser útiles a organizaciones sociales, académicas, civiles y multilaterales.

El nombre de la ONG alude al mito griego Argos Panoptes, gigante con 100 ojos que le conferían extraordinarias capacidades como guardián en el Olimpo, lo que inspira a la institución a observar, con pluralidad de miradas, los procesos migratorios atendiendo sus causas estructurales, las poblaciones vulnerabilizadas, los actores implicados y las posibles estrategias de alarma, denuncia, seguimiento y resolución de casos.

Estados Unidos y la creciente xenofobia hacia la población mexicana

En Estados Unidos de América (EE. UU.) los crímenes de odio por discriminación racial y étnica vienen en aumento. La población de origen latino ha sido la más afectada. El discurso antiinmigrante del expresidente Donald Trump fue impulsor y corresponsable de la creciente xenofobia hacia la población migrante en general y hacia los migrantes de origen latino en particular. Sin embargo, el discurso antilatino en EE. UU. es de vieja data y se emparenta con políticas racializadas fundacionales de la nación estadounidense, que paradójicamente está conformada en su origen por migrantes.

Las primeras leyes migratorias de EE. UU. dieron prioridad a migrantes provenientes del norte de Europa. En 1790, la Ley de Naturalización otorgaba la ciudadanía estadounidense exclusivamente a las “personas blancas libres”, situación ratificada por el Congreso de ese país durante casi un siglo. Desde entonces las políticas de migración estuvieron fundamentadas por una perspectiva segregacionista, que estableció cuotas de migración “aceptable” (del norte de Europa), en detrimento de otras poblaciones. Aunado a la relación de profundo racismo hacia las poblaciones afrodescendientes e indígenas nativas, atravesada por el colonialismo y sus secuelas de esclavismo y genocidio.

En el siglo XX, la migración a EE. UU. desde América Latina se vio fomentada por programas de captación de mano de obra barata, como por ejemplo el Programa Braceros, que significó la contratación de miles de trabajadores mexicanos del sector agrícola y ferroviario, la mayoría provenientes de las regiones rurales y más pobres de la región. Este programa fue denunciado posteriormente por ser violatorio de los derechos humanos de los trabajadores migrantes que eran explotados laboralmente y hacinados en condiciones deplorables.

Actualmente viven en EE. UU. aproximadamente 12 millones de mexicanos. Un grueso de esta población se dedica, en el mayor de los casos, a diversos trabajos de servicios como limpieza, cuidados de niños, ancianos y enfermos, preparación de alimentos o vigilancia y construcción. El discurso antiinmigrante de Trump atacó con especial saña a la población mexicana, llegando a afirmar que desde México “envían violadores” o gente con “el coeficiente intelectual más bajo”, por lo que se haría necesario “proteger a nuestras familias de aquellos que buscan hacernos daño”, justificando así la construcción del multimillonario muro en la frontera de EE. UU. con México y el endurecimiento de las políticas migratorias en la frontera sur.

El nacionalismo extremista de Trump avivó la ya instalada xenofobia contra mexicanos y latinoamericanos en general, incluso contra todo aquel que hable español. En las ciudades fronterizas comenzaron a aparecer con más fuerza grupos de odio antiinmigrantes con filiaciones supremacistas y defensoras del uso de la violencia.

En agosto de 2019, en la ciudad de El Paso (Texas), un hombre blanco asesinó a mansalva a 22 personas en un supermercado Walmart, la mayoría latinos. El asesino publicó un comunicado por internet donde afirmaba su intención de combatir la “invasión hispana en Texas”. Este tipo de consignas son frecuentemente emitidas por grupos de odio filonazis cuyo principal motor es la limpieza étnica. Solo en los estados que hacen frontera con la nación azteca donde se concentra la mayor población de origen latino se han identificado más de 150 grupos de odio: California (72 grupos), Florida (68 grupos) y Texas (54 grupos),1 en el resto del país se expresa también la existencia de grupos de odio antiinmigrantes en los estados de Arizona, Virginia, Alabama, Carolina del Norte, Colorado, Nevada, Michigan, Nueva York, Oregón, Washington, Mississippi, Colorado.2

La xenofobia en EE. UU. hacia los latinos sólo es comparable con la que sufren también las poblaciones musulmanas, víctimas de la “cruzada contra el terrorismo”, instalada desde los hechos del 11 de septiembre y azuzada por el entonces presidente George W. Bush. La violencia por xenofobia y discriminación se ha convertido en una lamentable característica de los últimos tiempos en EE. UU., tanto por parte de las fuerzas de seguridad que viene cometiendo sistemáticamente abusos policiales como el que devino en el asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd y las consecuentes protestas y movilizaciones multitudinarias en todo el país, como por civiles y grupos de odio que extrañamente son permitidos sin mayores restricciones.

La proliferación de armas en el territorio nacional es parte de este flagelo social que se ha hecho habitual. Desde 1791 está vigente en EE. UU. el libre porte de armas, que según la segunda enmienda de la Constitución reza: “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”. Por su parte, los gobiernos no parecen comprender la magnitud del problema. En diciembre de 2020 Naciones Unidas sesionó para discutir la aprobación de una resolución para “Combatir la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a la escalada de formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia”, sólo Estados Unidos y Ucrania estuvieron en contra de esta resolución.3

La recién electa administración Biden-Harris ha manifestado intenciones de mejorar la situación de los migrantes, al menos así lo han expresado públicamente, pero sigue latente el temor entre las personas migrantes ya que bajo las administraciones del partido demócrata el problema se ha mantenido. Un ejemplo de ello sucedió durante la administración Obama, cuando fueron deportados más de tres millones de migrantes indocumentados, al punto de que varios líderes de la comunidad latina se refirieron a Obama como el “Deportador en Jefe”. La mayor cantidad de personas deportadas entonces eran provenientes de México, seguido por los países del Triángulo Norte: Guatemala, Honduras y El Salvador.

La pandemia de la COVID-19 ha profundizado situaciones de xenofobia contra la población migrante. Desde expresiones como “el virus amarillo” contra los asiáticos en general, hasta el recrudecimiento de las medidas de seguridad en las fronteras con la excusa de no “dejar entrar” el virus desde el sur (a pesar de que EE. UU. es el país con más casos de contagios y muertes). Al respecto, en diciembre de 2020, Dana Graber Ladek, Jefa de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en México, enfatizó la necesidad de no utilizar la pandemia de la COVID-19 para azuzar la xenofobia y la importancia de velar por el cumplimiento de compromisos adquiridos en este sentido y proteger los derechos humanos de las personas migrantes.4

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas es clara en cuanto a la importancia de la raza/etnia como un valor positivo para apalancar el desarrollo de los países de origen, tránsito y destino de los migrantes, e insta enfáticamente al respeto de los derechos humanos de las personas migrantes −sea cual sea su estatus migratorio−, de refugiadas y desplazadas.

Referencias

1 Disponible en: https://www.splcenter.org/hate-map

2 Disponible en:  https://www.celag.org/cambio-de-gobierno-y-ascenso-de-la-ultraderecha-en-ee-uu/

3 Disponible en: https://www.axency.com/se-niegan-a-combatir-nazismo-discriminacion-y-xenofobia-espana-estados-unidos-y-la-mancomunidad-britanica/17/12/2020/

4 Disponible en: https://www.onu.org.mx/respetar-y-garantizar-los-derechos-de-las-personas-migrantes-en-tiempos-de-covid-19/

De Centroamérica al Norte: la larga marcha bajo reflectores

Según el Informe sobre las migraciones en el mundo publicado en 2020 por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), México constituye “el principal corredor migratorio de país a país de todo el mundo”.1 El territorio mexicano se ha convertido en la principal área de tránsito para migrantes de los países de Centroamérica –entre otros–, especialmente del llamado Triángulo del Norte: El Salvador, Honduras y Guatemala. Asimismo, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Centroamérica y México constituyen el mayor corredor migratorio del planeta: “quince millones de personas han seguido esta trayectoria, estimulados por las enormes brechas de productividad y salariales existentes entre los países”.2

Los migrantes indocumentados sufren todo tipo de violaciones de derechos humanos tanto en el tránsito hacia un mejor destino –si logran llegar– o en el trayecto de retorno para su deportación. La situación de “clandestinidad” les hace presa de abusos policiales que van desde hostigamiento, persecución y violencia, hasta la separación de familiares (incluso niños y niñas de sus familias) y la privación de libertad en centros de detención para inmigrantes en la frontera de Estados Unidos de Norteamérica (EE. UU.): las llamadas “hieleras”, celdas con temperaturas muy bajas, o las “perreras”, jaulas superpobladas. En 2019 aumentó 456 % en el número de familias detenidas en la frontera sur de EE. UU.3

En los últimos años, el fenómeno de la migración de Centroamérica al Norte se ha caracterizado por la modalidad de movilización masiva a través de “caravanas” de migrantes que se dan vía terrestre en grandes grupos y suelen convocarse mediante redes sociales. En enero de 2021 se movilizaron en caravana más de 7500 personas, en su mayoría provenientes de Honduras, quienes fueron reprimidas por las fuerzas policiales guatemaltecas. La dispersión violenta de la caravana devino en el regreso de más 3000 migrantes, principalmente a Honduras, mientras otro grupo de migrantes llegó a la zona fronteriza entre Guatemala y México. En la caravana migraban niños, de los cuales, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el 80% viajaban no acompañados.4

La construcción de una imagen negativa del migrante es parte del proceso de securitización de las políticas tanto internas como externas de EE. UU., que han desplegado una ingeniería de control sobre las fronteras de la mano de una narrativa que legitima el uso de mayor fuerza policial, la construcción de muros, la instalación de cámaras, la deportación, etc. Esta perspectiva de la migración no la trajo a la palestra Donald Trump, ha sido parte de una política sistemática de militarización y confección de consenso de las distintas administraciones de la Casa Blanca, que colocan al mismo nivel problemáticas como el crimen organizado, el terrorismo, el narcotráfico y la migración, en un ejercicio de criminalización de los migrantes.

La presión del gobierno de EE. UU. a los países de la sub-región se ha concretado en tratados, pactos y acuerdos que obligan a los países a reforzar los mecanismos de seguridad y represión sin atender de manera bilateral los problemas estructurales que generan la migración forzada. Enunciando los acuerdos como parte de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, EE. UU. ha creado programas de financiamiento en materia de seguridad con México y los países del Triángulo Norte, que han devenido en mayores focos de muerte, detenciones y gasto fiscal que pudo invertirse en otras áreas como educación o salud. Tales son los casos de la Iniciativa Mérida y la Iniciativa Centroamericana para la seguridad Regional.

El Plan Frontera Sur, implementado por el Gobierno de México en 2014 a instancias de la administración estadounidense (presidida por Barak Obama), y como continuidad de la Iniciativa Mérida, significó la militarización de la frontera mexicana hasta Guatemala, además de la criminalización de la migración indocumentada. El Plan contempló la contratación de cuadrillas de seguridad privada, vigilancia mediante drones y cámaras instaladas en trenes y sistemas de geolocalización. Bajo este sistema, los migrantes sufrieron mayores situaciones de persecución, detención y deportación. Entre 2014 y 2015 las deportaciones aumentaron de 47,36 % a 96,61 %.

Luego de la estridente modalidad de presión de la administración Trump y el recrudecimiento de medidas antiinmigrantes, el recién electo presidente Joe Biden inauguró su administración con un claro movimiento de distanciamiento de su predecesor, declarando la suspensión de algunas de las medidas más extremas de Trump, como los Acuerdos de Cooperación de Asilo (ACA), que permitían deportar a quienes solicitaran asilos provenientes del Triángulo Norte, o la construcción de un cinematográfico muro entre México y EE. UU. Biden es conocedor del tema, pues durante la administración Obama estuvo a cargo de la iniciativa Plan Alianza para la Prosperidad, cuyo objetivo fue organizar junto a los Gobiernos del Triángulo Norte una respuesta a la crisis migratoria de 2014, con un fuerte incremento de los mecanismos de seguridad y defensa, sin conseguir mayores logros a pesar de una inversión multimillonaria a través del Banco Interamericano para el Desarrollo (BID).5

La migración de centroamericanos responde a un conjunto de condiciones históricas signadas por la colonización y la dominación, lo que ha generado una situación permanente de asimetrías que atraviesan todo el sistema social y económico de la sub-región. La ausencia de políticas públicas que puedan ofrecer condiciones de desarrollo y estabilidad a las familias ha sido el caldo de cultivo de la migración, aunada a la idea del “sueño americano” y la esperanza de conseguir mejores condiciones de vida ante un panorama de desigualdades, desempleo y precariedad generalizada.

La violencia se ha constituido en una de las problemáticas más acuciantes, en tanto la proliferación de armas y pandillas no se ha detenido, más bien ha venido creciendo en el contexto de la pandemia. La emergencia sanitaria ha propiciado a su vez la profundización de la pobreza y la precariedad, el confinamiento ha dificultado el trabajo informal en países cuya mayor fuerza laboral se desempeña de esta manera, a la par de la merma en la recepción de remesas y su consecuente repercusión en la economía de estos países. Otra de las causas de la migración en Centroamérica se debe al cambio climático. A finales de 2020, cientos de familias perdieron sus casas, terrenos y cultivos producto de los huracanes Eta y Iota.

En suma, la falta de perspectivas económicas, la inseguridad alimentaria y sanitaria, la violencia sistémica y los desastres naturales son las principales motivaciones de quienes se ven forzados a migrar al Norte. Los tratados, pactos y programas impulsados históricamente desde EE. UU. han beneficiado mayormente a las élites de la sub-región, sin apalancar transformaciones estructurales en el ámbito social, lo que profundiza la pobreza y la falta de alternativas para las mayorías.

El gran desafío sigue estando en la superación de la lógica de securitización que prevalece sobre las estrategias de desarrollo y solidaridad. La tendencia a responder a las crisis migratorias con mayores medidas restrictivas y de represión debe ser reorientada a la comprensión estructural de las causas de la migración forzada, así como a la asunción de la migración en general como un derecho humano que además aporta riqueza cultural y social a los países destino.

Referencias

1 Disponible en: https://publications.iom.int/system/files/pdf/wmr_2020_es.pdf

2 Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/44649-desarrollo-migracion-desafios-oportunidades-paises-norte-centroamerica

3 Hines, Barbara. “Las políticas migratorias de Donald Trump”, en Nuso, Nº 284, noviembre-diciembre, 2019. Disponible en: https://nuso.org/articulo/las-politicas-migratorias-de-donald-trump/

4 Noticias ONU. “Niños de la caravana migrante regresan a Honduras heridos y traumatizados”, 21/01/2021. Disponible en: https://news.un.org/es/story/2021/01/1486952

5 Silvina M. Romano, “¿Alianza para la Prosperidad de quién? La integración centroamericana bajo la supervisión estadounidense”, en Cartografías del sur, Nº 3, abril 2, 2016. Disponible en: http://rdd.undav.edu.ar/pdfs/pr74/pr74.pdf

Mujeres migrantes de Centroamérica, la doble discriminación

Para muchas mujeres en Centroamérica migrar se ha convertido casi en una obligación más que en una opción. La violencia (intrafamiliar y callejera), la desigualdad de oportunidades de empleo y económicas en general, más las catástrofes naturales, se han transformado en problemas sociales acuciantes que afectan la vida cotidiana al punto de hacerla insostenible, a lo que se suma la pandemia de la COVID-19y las consecuencias sanitarias que ha conllevado.

Según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU),1 para 2019, de los 272 millones de migrantes internacionales en el mundo, 48 % fueron mujeres; una cifra que se escribe fácil pero que –para hacernos una idea– en lo concreto alcanzaría a la misma cantidad de población total de Italia y Reino Unidos juntas.

Estados Unidos de América (EE. UU.) es el principal destino de los migrantes latinoamericanos; las comunidades de centroamericanos en el país del norte son cada vez más numerosas, por lo que uno de los motivos de la migración es la anhelada reunificación familiar. Las caravanas de migrantes son el reflejo de la crónica diaria de países como Honduras, Guatemala, El Salvador (el Triángulo Norte) y de algunas regiones de México donde la violencia se ha vuelto sistemática: el fuego cruzado entre bandas, las amenazas de muerte, el reclutamiento forzoso de menores para sumarlos a estructuras delincuenciales2, aunada a la desigualdad de oportunidades económicas.

En el caso de las mujeres, sobre ellas ha recaído el peso de la administración y cuidados de los hogares e hijos de quienes migran (la mayoría hombres), lo que implica la duplicación del trabajo doméstico y de cuidado, ya de por sí subordinado a la discriminación de género y a la invisibilidad dentro de las políticas de atención y remuneración tanto del Estado como del sector privado, sumado a las jornadas de trabajo remunerado que también deben ejercer para subsistir. Esto ha llevado a que cada vez sea mayor la cantidad de mujeres que migran juntos con sus hijos, e incluso mujeres jóvenes y menores de edad.

En los países de origen, muchas mujeres deciden huir del crimen organizado que se verifica especialmente en México y los países del Triángulo Norte. Los jóvenes y la infancia de sectores populares están expuestos a ser secuestrados y reclutados por pandillas que, a su vez, acosan y amenazan a madres, hermanas y demás mujeres del núcleo familiar.

En cada una de las fases del ciclo migratorio los riesgos se multiplican para las mujeres. Tanto el país de origen, como en los países de tránsito, destino y retorno, la primera carga que llevan sobre sí las mujeres es la discriminación de género y la vulnerabilización sexual, al ser objeto de violaciones, secuestros para trata de personas, extorsión e incluso asesinato.

Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), afirmó la necesidad de tomar en cuenta las condiciones de vulneración de las mujeres en toda la ruta migratoria: “En el estudio de la migración el papel de la mujer debe analizarse desde un enfoque diferenciado, ya que está sujeta a diversas vulnerabilidades, no solo en las comunidades de origen, sino también durante los desplazamientos”.3

Al panorama de pobreza extrema se le suma la violencia intrafamiliar, cuya cifra en estos cuatro países en 2019 fue de 1.555 mujeres asesinadas.4 Siendo Honduras la nación con más casos de femicidios (6,2 por cada 100.000 habitantes) en Latinoamérica y México con 983 casos fatales, el segundo –después de Brasil– en el continente.

El tránsito es un estadio de incertidumbre constante para los migrantes. A las largas jornadas de caminata expuestos al sol y con poca o muy escasa hidratación, sin dormir o durmiendo a la intemperie, se suman las olas de frío que en las últimas semanas han golpeado al norte de México. Una vez en la frontera, los trámites migratorios acarrean una larga espera, además de poder ser separados de familiares (incluso hijos de sus madres) por los protocolos de seguridad impuestos por las políticas migratorias de la administración Trump, que la nueva administración Biden aunque haya anunciado reformas no ha derogado del todo, como es el caso de los centros de detención de niños migrantes que aún funcionan, por ejemplo.

Asimismo, la violencia en las zonas fronterizas entre México y EE. UU. se manifiesta tanto por la persecución y represión de los guardias fronterizos de ambos países, como por los más de 165 grupos paramilitares supremacistas blancos, que defienden el nacionalismo y se hacen llamar “Migrant Hunters”, y que, como su nombre lo indica, se dedican a “cazar” migrantes, secuestrarlos y entregarlos a las autoridades o asesinarlos a sangre fría y enterrarlos en el desierto. Una forma de evadir a estos grupos y a los guardias fronterizos es contratando a los llamados “coyotes”, otra mafia que opera en la frontera ofreciendo ser “guías” luego de cobrar considerables sumas de dinero por facilitar este tránsito, que a veces puede significar cruzar el río en bote o a pie, atravesar zonas boscosas o largos desiertos. Los coyotes suelen tener –literalmente– la vida de muchos migrantes en sus manos y en muchos casos éstos terminan conduciendo a los migrantes –sobre todo a las mujeres– a las mafias de trata de personas.

Una vez en el lugar de destino, Estados Unidos, la mayoría de las migrantes indocumentadas se dedican a ser trabajadoras domésticas, mantenimiento de casas y edificios, preparación de alimentos, limpieza, cuidado de niños, pacientes enfermos y ancianos. Al respecto, es importante tomar en cuenta el rol determinante de las mujeres en la economía y la reproducción social, pues son las mujeres quienes llevan a cabo el mayor aporte a sus países de origen a través de las remesas:

Todos los años, unos 100 millones de mujeres migrantes envían remesas a sus países. Y si bien persiste la brecha salarial de género, tienden a enviar una mayor parte de sus salarios que los hombres, además de hacerlo con más regularidad. Estas contribuciones ayudan a sostener las economías de muchos países y representan un sustento para las familias y las comunidades, algo que es especialmente importante durante las épocas de crisis.5

La creciente migración de mujeres, así como de niñas, niños y adolescentes no acompañados, prende las alarmas sobre la necesaria atención diferenciada de esta población doblemente vulnerabilizada, tomando en cuenta la discriminación de género arraigada y dilatada por todos los países del corredor migrante, y de los países de origen y destino.

Referencia

1 ONU. Organización Internacional para las Migraciones. Informe sobre las migraciones en el mundo 2020. Ginebra 2019, p. 12.

2 Disponible en: https://www.acnur.org/noticias/historia/2021/1/5ff51e7e4/familia-huye-de-su-hogar-para-salvar-su-vida-en-centroamerica.html

3 Disponible en: https://www.cepal.org/es/discursos/evento-mujeres-territorio-migracion-paises-norte-centroamerica

4 Disponible en: https://oig.cepal.org/es/indicadores/feminicidio

5 Declaración de ONU Mujeres: Día Internacional del Migrante 2020. Los derechos humanos y la igualdad de género como elementos centrales de los programas y las políticas de migración. 17 de diciembre de 2020.

COVID-19, otro muro para los centroamericanos

La migración hacia Estados Unidos es causada principalmente por la desigualdad de oportunidades y la falta de perspectivas económicas en los países de origen de quienes migran. Cada año, miles de personas parten desde México y Centroamérica huyendo de las condiciones económicas, la violencia sistemática, así como del cambio climático y sus efectos devastadores. Desde marzo de 2020, a las ya difíciles situaciones que originan la migración en la subregión, se sumó la crisis sanitaria generada por la pandemia de la (COVID-19).

Los migrantes ya de por sí se movilizan en condiciones de precariedad, vulnerabilidad e incertidumbre, y transitan largos espacios a la intemperie, sin las condiciones mínimas de alimentación y cobijo, además de estar expuestos a altísimas cuotas de estrés producto de la inseguridad de la travesía. Los cuerpos de quienes migran padecen agotamiento, desgaste y enfermedades; a ello se adiciona la alta exposición a la COVID-19.

La pandemia profundizó los flagelos comunes para las personas en situación de migración forzada. La xenofobia, discriminación y criminalización se agudizaron hacia los migrantes al ser vistos en muchas oportunidades como “portadores del virus”, lo que ha desencadenado situaciones de violencia física y simbólica tanto en los países de tránsito como en los de destino.

Paradójicamente, en la actualidad el foco más crítico en el mundo por la COVID-19 se encuentra en Estados Unidos de América (EE. UU.), puesto que es el país con las cifras más elevadas tanto en casos de contagios como de fallecimientos. En las ciudades con mayor población en EE. UU. viven grandes comunidades de centroamericanos, que en las últimas décadas han conformado familias de varias generaciones y han consolidado su arraigo. Muchas de las personas migrantes de los países del Triángulo Norte (Honduras, El Salvador y Guatemala) y de México migran con la convicción de reunirse con familiares, por lo que la pandemia de la COVID-19 no ha significado un disuasivo.

Por su parte, las políticas extremas antinmigrantes de la administración Trump llevaron a México a convertirse en una frontera-nación, en tanto la mayoría de los migrantes sin documentos se quedaron varados en tierras aztecas. Entre 2014 y 2019, EE. UU. detuvo 2.960.500 migrantes en la frontera sur, mientras que en 2019 EE. UU. retuvo a 977.509 personas y México a 298.211.1 Durante el mes de octubre de 2020 se recibieron en México 11.336 solicitudes de refugio de hondureños y 3.103 de El Salvador, lo que equivale a un 46 % del total.

En el contexto de la pandemia, la población migrante en tránsito se mantiene mayormente expuesta, pues no sólo no es atendida en los ya abarrotados centros de salud de los países del corredor migratorio, sino que no está contemplada en los planes nacionales de vacunación. Mientras en algunos países están abriendo las fronteras para turistas vacunados, a las personas migrantes se les cierran aún más puertas. Tanto en México como en los países de Centroamérica, los migrantes sin documentos simplemente no están contemplados para acceder a los planes de vacunación, pues no cuentan con documentos en regla. Esta situación además de profundizar el estado de vulnerabilidad de la población migrantes, acentúa la discriminación a la que pueden ser objeto por supuestamente ser constantes transmisores del virus.2 En México, el plan de vacunación está restringido a quienes obtengan la Clave Única de Registro de Población (CURP), un código que sólo pueden obtener ciudadanos mexicanos, residentes permanentes y temporales.

Aunque se mantengan cerradas las fronteras la necesidad de migrar es una realidad en aumento, lo que ha generado el incremento del crimen organizado que ofrece rutas y medios de transporte clandestinos para movilizar a los migrantes sin seguir ningún tipo de protocolo sanitario, exponiéndolos a toda clase de peligros. Asimismo, se han hecho cada vez más frecuentes las estafas a migrantes recluidos en centros de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduana que son extorsionados o engañados mediante supuestos planes de pago de fianzas.

Para quienes han sido detenidos la situación se agrava tomando en cuenta la incertidumbre jurídica en la que se encuentran, pues aunque el Gobierno de Biden anunció reformas en las políticas migratorias, éstas aún no se concretan. La revisión de las solicitudes de asilo puede tardar meses, en ese lapso las personas que esperan el proceso son retornadas a territorio mexicano donde se exponen a situaciones de vulnerabilidad y discriminación. Las expulsiones de migrantes desde la frontera no dejan de sucederse pese a la pandemia, incluso en casos de personas enfermas de la COVID-19, que son expulsadas sin realizar los avisos oficiales correspondientes ni seguir los protocolos adecuados.3

Asimismo, la frontera sur de EE. UU. se mantiene cerrada y, de hecho, la actual administración del país del norte reabrió uno de los centros de detenciones para menores en la frontera de Texas. El Gobierno estadounidense afirma que será una medida temporal debido a los más de 6.000 menores sin acompañantes que han llegado a la frontera en lo que va de año.4 Por su parte, en una reciente entrevista,5 Roberta Jacobson, asistente especial del presidente Joe Biden y coordinadora para la frontera con México, afirmó que para tomar las precauciones adecuadas a la pandemia “es muy importante que la gente que no tiene una cita agendada se quede dónde está y no trate de cruzar la frontera hasta que reciba la llamada”, también aseveró que aunque se suavicen las políticas de migración de la administración anterior, en especial los Protocolos de Protección a Migrantes (PPM) o programa “Quédate en México”, la mayoría de los solicitantes de asilo “no van a calificar” para el ingreso legal.

El 22 de febrero, la página de la Embajada y Consulado de Estados Unidos en México publicó un comunicado del Agregado de Seguridad, Edgar Ramírez, donde el funcionario es explícito en cuanto al protocolo para las personas con casos abiertos del Programa Quédate en México, dice: “Que quede claro: no venga ahorita a la frontera”, e insta a los migrantes a esperar una llamada para concertar una cita.6

Todo apunta a que México seguirá siendo la nación-frontera o el “muro” para la migración del Triángulo Norte y otros países de Suramérica, e incluso transcontinental (especialmente desde África), que utilizan el corredor migratorio como acceso a EE. UU. Luego de la represión y dispersión de la caravana de migrantes en Guatemala, ha proliferado la llamada “migración hormiga”, grupos pequeños de migrantes que buscan sortear la vigilancia y la represión de las fuerzas policiales, lo que no los exime de lidiar con el crimen organizado en torno a la trata de personas, la extorsión y la estafa, así como a la exposición y falta de atención en el contexto de la pandemia de COVID-19.

Referencias

1 Disponible en: https://www.anahuac.mx/mexico/noticias/Migracion-y-COVID-19

2 Disponible en: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2021/02/mexico-registro-vacunacion-excluye-importantes-sectores-poblacion/

3 Disponible en: https://sinfronteras.org.mx/osc-presentan-informe-sobre-las-graves-afectaciones-del-covid-19-en-poblacion-migrante-y-refugiada-en-mexico/

4 Disponible en: https://www.voanoticias.com/estadosunidos/eeuu-abre-centro-menores-no-acompanados-llegan-frontera

5 Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-56093388

6 Disponible en: https://mx.usembassy.gov/es/si-eres-migrante-y-tienes-caso-pendiente-bajo-el-protocolo-mpp-no-vengas-ahora-a-la-frontera/

Islamofobia en Europa

Más allá del pasado conflictivo entre cristianos y musulmanes, así como la más reciente experiencia colonialista, en la actualidad, la relación entre Europa y el Islam se nutre de los conflictos entablados entre los países de mayoría musulmana con potencias occidentales durante la segunda mitad del siglo XX, en primer lugar. Luego, tenemos el fenómeno de las migraciones que se originan en tales países y que tienen a Europa como uno de sus principales destinos migratorios, así como la creciente estigmatización, a partir de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, de personas musulmanas, o personas provenientes de países de mayoría musulmana sin que necesariamente sean practicantes de dicha religión.

El capítulo actual de la islamofobia en Europa se aceleró sustancialmente con la crisis de refugiados que se produjo a partir de 2015, como consecuencia del recrudecimiento de la guerra civil en Siria, conflicto irónicamente acicateado por países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y que para entonces se intensificaba con la expansión del así denominado Estado Islámico.

En paralelo, los atentados terroristas que tuvieron lugar en París también en el año 2015, uno en el teatro Bataclan y otro en la sede del semanario humorístico Charlie Hebdo, así como otros tantos episodios de esta naturaleza que se han registrado en diversos países de la Unión Europea durante las últimas dos décadas, no han hecho sino reforzar la identificación de la población musulmana con el terrorismo. El paso siguiente es la identificación de esta misma gente con la inmigración, ello a pesar de que una parte significativa de los musulmanes europeos ya nacieron en ese continente.

Lo más preocupante es que todo este proceso viene aparejado con el fortalecimiento de la popularidad de partidos y movimientos de extrema derecha en países de todo el mundo occidental, incluyendo países europeos del norte, del sur y del este. Numerosos son los grupos de extrema derecha en toda Europa que coinciden en su rechazo a personas inmigrantes de religión islámica, tales como Movimiento Identitario y Generación Identidad, entre otros grupos, y que suelen expandirse a diversos países de la región.

Asimismo, se observa con preocupación el surgimiento y fortalecimiento de partidos políticos con acceso a espacios de poder, tales como Alternative für Deutschland en Alemania, Vox en España, Rassemblement National en Francia, la Lega en Italia, etc.

El caso de Vox es muy transparente al identificar Islam con terrorismo. En la reciente campaña electoral de Cataluña de 2021, el partido publicó un video en el que se suceden imágenes de construcción de mezquitas y clases de religión islámica en las escuelas con imágenes del atentado de agosto de 2017 acaecido en las ramblas de Barcelona. Así se transmite la plena identificación entre religión, infancia y conducta criminal que busca alarmar a la población y predisponerla en contra de un grupo humano en particular1.

Más preocupante es cuando los partidos políticos extremistas e islamofóbicos llegan efectivamente a formar gobiernos, e impulsan sus agendas de reformas. Viktor Orban en Hungría es uno de estos casos. Su gobierno no tuvo problemas en expulsar a personas refugiadas provenientes de Siria, y de penalizar con cárcel a toda persona que ayudara a personas indocumentadas a solicitar asilo. En relación con las personas refugiadas provenientes de países de mayoría musulmana, fueron consideradas desde el Ejecutivo como invasoras, y reclaman el derecho como país de negarse a recibir musulmanes.

Ahora bien, expresiones compatibles con la islamofobia, a veces camufladas de políticas de seguridad, no son exclusivas de movimientos de extrema derecha. Muy por el contrario, partidos considerados democráticos ciertamente han tomado acciones para tratar de contener o controlar la vida cotidiana de comunidades islámicas, donde hacen vida personas inmigrantes.

El control, supervisión y cierre de mezquitas no se consideran acciones escandalosas cuando son tomadas por gobiernos de partidos indiscutiblemente democráticos, a pesar de que ello podría suponer una clara violación al derecho de libertad de pensamiento, conciencia y religión, establecido en el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Un caso reciente de cierre de mezquitas se produjo en Francia a raíz del asesinato del profesor Samuel Paty en octubre de 2020, pero ya desde 2015 se han cerrado unas treinta mezquitas2. Sobre estas acciones, siempre surge la interrogante acerca de si este tipo de castigos colectivos son adecuados y justos, o si se trata de simples represalias incompatibles con el Estado de derecho.

Especialmente sintomática de una relación conflictiva con el Islam en Europa es la prohibición del velo integral, con diversos niveles de severidad, en una decena de países del continente, pero encabezados por Francia y Bélgica que impusieron sus respectivas legislaciones al respecto desde el año 2010. Asimismo, tenemos la prohibición de portar símbolos religiosos en ciertos espacios públicos que, si bien afectan a practicantes de cualquier religión, fue motivada específicamente por la agenda política orientada a controlar la conducta de los miembros de las comunidades islámicas.

Más recientemente, la discusión sobre el separatismo islámico en Francia pone de relieve una potencial fuente de discordia entre grupos sociales pertenecientes a un mismo cuerpo nacional, en donde la profesión de fe musulmana, presente en cerca de seis millones de personas en ese país, está íntimamente relacionada con la inmigración, así como con las dificultades reales para su integración social. La lucha contra el separatismo islámico, promovida por el presidente Macron, encuentra resistencias entre voceros de la comunidad musulmana. De tal suerte que el gobierno francés ha venido promoviendo regulaciones para ejercer un control estricto sobre el financiamiento de las mezquitas, así como una mayor vigilancia de las organizaciones deportivas o culturales de las comunidades musulmanas, lo cual no parece indicar que exista una convivencia armoniosa. También es cierto que el propio presidente Macron reconoce una cuota de responsabilidad del Estado en el aislamiento de ciertas comunidades3.

Específicamente, en relación con la estigmatización de los musulmanes, llama la atención que, a menudo, miembros de las comunidades islámicas residentes o ciudadanos de países europeos se ven impelidos a pedir disculpas por los crímenes cometidos por sus correligionarios terroristas, siendo que se supone que las responsabilidades penales son individuales. Este tratamiento no se suele aplicar a terroristas cuando estos profesan alguna variante de cristianismo, y cuyos ataques también se han venido registrando en años recientes.

En buena medida, lo que aquí se refleja es una relación incómoda entre Europa y las personas musulmanas, sean migrantes o no, pero dicho debate tiene consecuencias en la recepción de nuevos migrantes o refugiados provenientes de países de mayoría musulmana.

Esta situación conflictiva no está al borde de una solución en el corto plazo. En buena medida, las dificultades para la integración de la población inmigrantes, sea cual sea su origen, podría estar en la base de esta situación. En el fondo, de lo que se trata es de la plena vigencia de los derechos humanos para todas las personas, y más específicamente de garantizar el goce de derechos civiles y políticos, así como de los derechos económicos, sociales y culturales de las comunidades inmigrantes en la Unión Europea.

Por último, convendría hacer un tratamiento más ponderado de las acciones terroristas, aclarando en todo momento que se trata de la responsabilidad de individuos que deben ser juzgados y condenados con arreglo a las normas, tal y como se suele tratar las manifestaciones de terrorismo provenientes de otros grupos sociales o de otras orientaciones políticas, y evitar estigmatizar a comunidades completas que por lo general cumplen la ley de los países en los que hacen vida.

Referencias

1 El País. “Twitter bloquea la cuenta de Vox por ‘incitar al odio’ contra los musulmanes”, 2021. Disponible en: https://elpais.com/espana/2021-01-28/twitter-cierra-la-cuenta-de-vox-por-incitar-al-odio-contra-los-musulmanes.html

2 El País. “Francia pone las mezquitas bajo la lupa”, 2020. Disponible en: https://elpais.com/internacional/2020-10-24/francia-pone-las-mezquitas-bajo-la-lupa.html

3 BBC Mundo. “Decapitación en Francia: qué es el «separatismo islamista», el término en el centro del debate tras el asesinato del profesor Samuel Paty”, 2020. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-54621839

La movilidad humana hacia Europa: muchos caminos y muchas angustias

Observar la movilidad humana hacia Europa supone hacer el ejercicio de ver el cuadro general, y luego acercar el foco hacia realidades muy particulares y las dinámicas muy concretas que afectan el día a día. En primer lugar, Europa, y en especial su parte occidental, se ha convertido en un destino migratorio privilegiado del mundo desde mediados del siglo XX, una vez superada la crisis de la postguerra. Más recientemente, los países del sur de Europa también se han convertido en destinos migratorios, así como los lugares de tránsito obligatorio para quienes se desplazan desde África y también desde el Oriente Próximo, Asia Central y Oriental hacia las economías más avanzadas del norte del continente.

Más allá de cómo las diferentes oleadas de migración han podido llegar a Europa, asentarse e integrarse en las comunidades de acogida, preocupa, sobre todo, en qué medida las crecientes restricciones y controles para el ingreso a los países europeos incrementan los riesgos del desplazamiento migratorio a niveles que ponen en riesgo los derechos humanos de los migrantes, con una intención disuasoria de resultados discutibles. Este exceso de restricciones y controles pudiera estar obligando a cada vez más gente a atravesar el mar Mediterráneo en frágiles embarcaciones, cruzar las carreteras europeas en camiones no aptos para el traslado de personas, e incluso abordar contenedores de mercancías, en todos los casos, corriendo grandes riesgos.

Dentro del drama de la movilidad humana en Europa destaca la situación de los refugiados, y las políticas migratorias de la Unión Europea. Una buena parte de las personas que ingresan a Europa buscando refugio lo hacen huyendo de situaciones que han sido acicateadas o directamente provocadas por intervenciones militares de países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Tales son los casos de Libia, Siria, Irak y Afganistán, así como otras situaciones políticas complejas.

Si bien es cierto que la mayoría de los países de la Unión Europea han aceptado la puesta en marcha de un mecanismo de cuotas de personas refugiadas, el bloqueo de esta política que han mantenido gobiernos de países como Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría, no hacen sino agravar la situación de las personas que quedan confinadas en campos de refugiados que no cuentan con las condiciones mínimas para llevar la existencia con dignidad y respeto por los derechos humanos, particularmente en Grecia.

Asimismo, la pandemia de la COVID-19 no vino sino a agravar la situación de las personas refugiadas y migrantes en varios sentidos. Por una parte, muchos refugios se convirtieron en centros para la propagación del virus, las personas refugiadas y migrantes han sido estigmatizadas como portadoras de la enfermedad y, por si fuera poco, las medidas de confinamiento, así como su impacto económico, han supuesto una merma en la recepción de remesas en los países de origen migratorio, lo cual pudo haber impulsado a muchas personas de aquellas naciones a tomar el camino hacia Europa a finales de 2020, como lo sugiere la reciente crisis de migrantes en las islas Canarias.

Las restricciones adoptadas para contener la pandemia también supusieron el cierre de puertos, motivo por el cual muchas embarcaciones de rescate de migrantes fletadas por distintas ONG europeas se han visto obligadas a esperar semanas para ser aceptadas en algún puerto mediterráneo, con todo lo que ello entraña en materia de suministros, agotamiento, conflictos entre las personas rescatadas, etc.

Otro acuciante problema es el de las personas que se pueden considerar migrantes climáticos, o bien, aquellas que abandonan sus hogares al constatar que el cambio climático no les permite seguir con sus actividades económicas tradicionales, particularmente agrícolas, y que se ven obligadas a buscar su sustento en economías en mejor situación, pero que también suelen ser los países que más contribuyen con el propio cambio climático, debido a sus elevados niveles de consumo de energía y recursos de todo tipo.

Un aspecto especialmente preocupante de las migraciones en general, y las que se dirigen a Europa en particular, es el desconocimiento que tenemos del verdadero número de migrantes cuyos desplazamientos no son detectados por las autoridades, y que posiblemente caigan en manos de mafias que ponen en marcha procesos signados por la explotación, la violencia y el abuso, con las violaciones de los derechos humanos que todo ello supone. Actualmente se asume que unas 110 mil personas cruzan el mar Mediterráneo cada año para llegar a las costas de la Unión Europea, al menos hasta el año 2019, pero desconocemos cuántas pasan sin ser cuantificadas.

La Organización Mundial para las Migraciones ha denunciado el uso de la violencia y prácticas como las expulsiones masivas que son violatorias del derecho internacional y de los derechos humanos. Si bien no aluden a ningún país en particular, muchas denuncias apuntan a la grave situación que se ha venido registrando en la ruta balcánica.

Asimismo, se ha denunciado que ciertos países establecen mecanismos sutiles para evitar acoger refugiados y migrantes de países de mayoría musulmana, lo cual no puede ser sino calificado como una política discriminatoria por razones de religión u origen nacional.

Una situación especialmente dramática, que debe apelar a las conciencias de los gobernantes europeos, es el tipo de acuerdos, incluido el financiamiento, a las autoridades libias para contener la migración a través del mar Mediterráneo. Como los han venido denunciando los voluntarios de los barcos de salvamento de las ONG que operan en el área, devolver refugiados a un país en guerra es una violación del derecho internacional marítimo, y resulta completamente inaceptable desde el punto de vista humanitario. Las condiciones en las que sobreviven migrantes y refugiados en Libia son completamente inaceptables para los países democráticos. Sin embargo, se consienten las violaciones de los derechos humanos como el precio que hay que pagar para evitar migraciones ilegales hacia Europa.

A pesar de todo este cuadro, también hay espacio para el optimismo. Numerosas organizaciones no gubernamentales hacen grandes esfuerzos por rescatar a migrantes en alta mar, las poblaciones de muchos países están conscientes de la necesidad de prestar ayuda a quienes llegan a sus países, y con frecuencia los sistemas de justicia toman decisiones en favor de los migrantes, teniendo en cuenta sus derechos fundamentales. En el marco de la pandemia, algunos países han optado por tomar medidas en favor de los migrantes ilegales, tales como suspender las deportaciones, o decretar permisos generales de forma temporal. También es cierto que estas medidas se han adoptado en el marco de una creciente preocupación por la posible escasez de trabajadores extranjeros para toda suerte de empleos, pero en particular para aquellos considerados esenciales.

Así tenemos que los retos en materia de migración y refugio en Europa son numerosos, y exigen un abordaje consensuado, coherente, basado en el derecho internacional humanitario y en los derechos humanos, pero sobre todo de un compromiso de las instituciones, de las organizaciones no gubernamentales y de la ciudadanía en general en favor de la solidaridad y en la asistencia humanitaria.